El arcángel Chamuel

El arcángel Chamuel


Vidriera en la Iglesia de San Miguel y Todos los Ángeles, Brighton, Inglaterra.. Arcángel Chamuel en la mitad de los siete arcángeles. Imagen: Wikipedia.

Chamuel es uno de los arcángeles superiores o principales, más específicamente es uno de los siete arcángeles que están delante de Dios. La denominación de los siete arcángeles es una tradición profundamente arraigada en las religiones abrahámicas, que incluyen el judaísmo, el cristianismo y el islam. Estos siete arcángeles son considerados como poderosas entidades celestiales, intermediarios entre lo divino y la humanidad, que desempeñan roles diversos y significativos en el cosmos espiritual.

Los siete ángeles en la Biblia

La mención de los siete ángeles, que en realidad se corresponde con arcángeles de acuerdo a la tradición, aparece en varios pasajes de la Biblia, así:

Tobías 12: 15: Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que pueden entrar ante su presencia gloriosa.

Apocalipsis 8:2: Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.

Apocalipsis 15:1: Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios.
Apocalipsis 15:6: y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.
Apocalipsis 15:7: Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 15:8: Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.

Si bien es verdad que por nombre solo se mencionan a Miguel (Daniel 10:13; 10:21; 12:1; Judas 1:9; Apocalipsis 12:7), Gabriel (Daniel 8:16; 9:21-22; Lucas 1:19, 26-27) y Rafael (Tobías 3:25-26; 12:12-15), quedan faltando los nombres de los restantes cuatro arcángeles.

El nombre de los siete arcángeles

De acuerdo al libro de Enoch (capítulo 20), estos siete arcángeles son: Gabriel, Miguel, Rafael, Uriel, Azrael, Raziel y Sariel (nombres reconocidos dentro del judaísmo); aunque es de acotar que no se presentan como un grupo cohesivo de siete arcángeles, y que también se mencionan otros ángeles como Remiel, Phanuel, Barakiel (o Barachiel, o Baraquiel) y Jeremiel. De acuerdo a la Iglesia Ortodoxa, los siete arcángeles son: Jegudiel, Gabriel, Sealtiel, Miguel, Uriel, Rafael y Baraquiel. Vemos como Baraquiel sí es incluido como uno de los siete arcángeles dentro de la tradición católica bizantina y ortodoxa oriental.

Pero, ¿qué ha sucedido entonces con Chamuel? ¿Por qué no se ha incluido en estas tradiciones? Por una parte, no era el momento de ser presentado al mundo; por otra parte, todo ello sucedía en un mundo muy patriarcal, donde se hacía énfasis en la fuerza y la voluntad, pero donde se escondía o anulaba el amor, la figura del femenino, y la misma realidad del Dios-Madre. Pero ello no significa que eventualmente ello no fuera a cambiar, y que su nombre no fuera resarcido, curiosamente desde el anglicanismo (aunque él no necesita ser resarcido, el amor siempre prefiere obrar en silencio, no necesita ni reclama reconocimientos).

En efecto, de acuerdo a la Iglesia anglicana, una rama del protestantismo, los siete arcángeles son: Miguel, Gabriel, Uriel, Chamuel, Rafael, Jofiel y Zadkiel. Pero esta nomenclatura no es exclusiva del cristianismo anglicano, sino que también ha sido adoptada por la angelología contemporánea, varias tradiciones esotéricas tanto del judaísmo como del cristianismo, y algunas corrientes de espiritualidad alternativa.

Si bien es verdad que existen tres líneas marcadas que reclaman tener el nombre de los siete arcángeles principales, consideramos que la lista que incluye a Chamuel es la correcta, no solo por las razones por las que su nombre fue excluido en el pasado, y que ya expusimos, sino por otras de inclusive mayor preponderancia, tales como la correlación de los arcángeles con la trinidad, la generación de los colores o las cualidades de Dios.

Las cualidades de Dios y los colores de Los Siete Rayos

Y es que cada uno de estos arcángeles, a diferencia de los demás, tiene correspondencia directa con una cualidad de Dios, o, al menos, con una de las cualidades principales atribuidas a Dios, así: voluntad, amor, sabiduría, pureza, verdad, abundancia y misericordia. Es decir, Dios es voluntad, Dios es amor, Dios es sabiduría, Dios es pureza, Dios es verdad, Dios es abundancia, Dios es misericordia. Así mismo, cada uno de estos siete arcángeles tiene correspondencia con cada uno de Los Siete Rayos de la creación, que a su vez tienen correspondencia con un color, así:

  1. Azul: Voluntad, fuerza, poder. Arcángel Miguel
  2. Rojo: Amor, cohesión. Arcángel Chamuel
  3. Amarillo: Sabiduría, conocimiento, inteligencia. Arcángel Jofiel
  4. Blanco: Pureza. Arcángel Gabriel
  5. Verde: Verdad, concentración, salud. Arcángel Rafael
  6. Naranja: Prosperidad, abundancia. Arcángel Uriel
  7. Violeta: Misericordia, perdón, – Arcángel Zadkiel

Como quiera que estos colores realmente están permeados de luz, devienen luminosos, dando origen a colores claros. Es decir, cuando nos referimos al azul, nos referimos realmente a un azul claro, o a un amarillo claro, etcétera. Esta es la razón por la cual es universalmente aceptado que el color del arcángel Chamuel es el color rosado, es decir, un rojo claro, un rojo luminoso.

Por otra parte, la teoría de colores también nos habla de colores primarios y colores secundarios: Los colores primarios son el azul, el rojo y el amarillo. Luego viene el blanco que es la combinación de todos los colores en movimiento. Por supuesto, la combinación de los colores primarios da origen a los colores secundarios, así: verde (combinación de azul y amarillo), naranja (combinación de rojo y amarillo), y violeta (combinación de azul y rojo)

Correlación con la Trinidad

Un aspecto de no menor importancia con respecto a los siete arcángeles, y el mismo proceso creacional, es su correlación con la Trinidad, misma que está implícita en la teoría de los colores. Los colores primarios vienen a hacer trinidad, así: azul, rojo y amarillo. Estos colores en movimiento generan el blanco, pero también los colores en movimiento generan las demás combinaciones. Es decir, el 3 tres se desdobla en 4, y con el cuatro se conforma el 7.

Dios como Padre es voluntad, poder. Dios como Madre es amor. Dios como Hijo es sabiduría. Dios como madre también es el Espíritu Santo, mismo que, en estricto sentido, entre las comunidades cristianas primitivas, fue nombrado como Espíritu Santa (simbolizado como Paloma, mas no como palomo, para velar su representación femenina).

Ahora bien, los arcángeles Miguel, Chamuel y Jofiel tienen una correlación simbólica con la Trinidad; inclusive, si se quiere, son una forma de representación de la Trinidad, solo que en la escala arcangélica. Y los siete, si se quiere, son una forma de representación del proceso creacional, solo que en escala arcangélica, en donde el 3 se desdobla en 4, y con el 4 se conforma el 7. En un aspecto más amplio el 4 se desdobla en 5, y con el 5 se conforma el 12, mismo que sirve para una creación mayor.

Chamuel, en este nivel de simbolismo y de interpretación, representa a Dios-Madre, ese Dios-Madre disminuido, ocultado y suprimido en una época patriarcal. Chamuel, en este nivel de simbolismo y de interpretación, representa a Dios como amor. Como notaremos, su importancia no es menor, de hecho, el amor suele ser citado como la principal cualidad de Dios; y es que no hay voluntad verdadera sin amor, no hay sabiduría verdadera sin amor.

El arcángel Chamuel

De este modo, el arcángel Chamuel, del rayo rosa, es la manifestación y representación del amor de Dios, encarnación del amor divino, la gratitud, la tolerancia y la opulencia. En el pasado, quizás por la similitud del nombre, se le ha confundido, inclusive fusionado, con Camael (Kamael, inclusive Shamael y Samael) el arcángel de la fuerza, atribuyéndole el significado de «la ira de Dios». Sin embargo, Chamuel no solo es un arcángel diferente, sino que significa y representa la antítesis de la ira. Chamuel es «el amor de Dios», y esto lo respalda toda la angeolología contemporánea.

Atributos y características

Entre los dones para la humanidad encontramos que Chamuel ayuda a combatir la depresión, la ira, los resentimientos y los cargos de conciencia. Ayuda a perdonar. Fomenta la creatividad, el arte y la belleza. Representa el amor puro y la belleza lograda por la manifestación del amor. Puede utilizarse para pasar de la de la pasión y el deseo al amor incondicional. Su complemento, integrado en él, es la arcangelina Caridad (por tanto, es él-ella-ellos).

A veces se le suele asociar con el amor de pareja, con el amor romántico, y aunque es verdad que uno de los aspectos que abarca, debemos entender que representa esencialmente el amor de Dios, el amor incondicional, el amor universal. Por otra parte, una interpretación de ese amor universal sugiere que se asocia con la atracción, pero no con la atracción amorosa, o mejor, no solo con ella, sino con la atracción universal. Dios sostiene su creación mediante el amor, pero ello es así porque ese amor hace que los átomos se atraigan entre ellos, que las moléculas se atraigan entre ellas, y así sucesivamente hasta terminar en las galaxias y en los universos mismos. Esa atracción ese amor, esa atracción es intercambio de energía, y permite sostener la creación, pero es por amor.

Este Rayo de manifestación se caracteriza por ser el canal del Espíritu Santo. Su poder es un verdadero bálsamo que restaura toda imperfección. Como herencia de perfección, recibimos el poder del amor. Este rayo del amor junto al rayo de la voluntad y al rayo de la sabiduría conforma la llama energética trina, que es el Cristo, la mónada, el yoti. El hombre busca casi inconscientemente en todos sus actos y durante el transcurso de su evolución, el amor divino y trascendente. A través de la búsqueda de satisfacer sus instintos, el hombre intenta su realización en la contención del amor. El ideal de la felicidad es el amor y al encontrarlo se encuentra la felicidad.

Este ideal se disfraza en el mundo, maya (ilusión), bajo una y mil formas. El niño lo busca en sus juegos, sus amigos y sus padres. El adolescente en su despertar sexual y en los enfrentamientos con su contexto para hacer prevalecer su voluntad y razón carente de amor. Lo busca en la pareja ideal, en el club de su deporte favorito y en una relación más comprometida con sus amigos. El joven es guiado por el motor del amor, buscando identificación en todo lo que logra deslumbrarlo. Ya adulto, el hombre cree haber encontrado el ideal de la felicidad en su pareja, sus hijos, los bienes materiales y la fuente de sus ingresos. Si la búsqueda ha sido efectiva, es feliz con todo lo que tiene, sea mucho o poco; con la compañía de otros o no; con la realización afectiva o sin ella; con todos los bienes y el dinero o sin ellos.

El amor es todo, y nada se le puede agregar. Es la energía más poderosa de todo el universo. Paradójicamente los sentidos físicos no pueden dar testimonio y prueba de él. El amor no puede ser visto, oído o palpado. Solo podemos observar su precipitación material y por deducción dar testimonio de él. Por lo tanto, el amor trasciende todo lo material finito e irreal. El amor es toda la causa que genera los efectos altruistas observados en el mundo de las formas. Es lo intangible, bueno y real. La sustancia creadora que el Padre proyecta a sus hijos y estos a su vez a los suyos. Este magno rayo rosa del amor divino universal, guía a todos los seres que buscan la unión entre sus semejantes.

En este rayo están los altruistas, filántropos, los que a toda costa buscan solucionar diferencias, evitando cualquier tipo de enfrentamiento. El rayo del amor ilumina a las madres, a los amantes con verdadero amor y a aquellos que dándolo todo, no esperan nada. Con justa razón el apóstol Pablo, en 1 de Corintios, capítulo 13, expresa:

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.

Sin embargo, no se trata de un amor lleno se sentimentalismos, o de sensibilidades mundanas; no es un amor frágil que se doblega, sino un amor firme, que actúa con firmeza cuando debe hacerlo, que dice las cosas con firmeza cuando debe hacerlo, pero permeado de amor y compasión. Es amarnos a nosotros mismos como dignamente merecemos para que luego, rebosantes de amor, lo brindemos sin esperar nada a cambio a los demás. Es validarnos a nosotros mismos, y no esperar a que los demás nos validen.

Encarnaciones del arcángel Chamuel

Los arcángeles no tienen necesidad de reencarnar, por tanto, es bastante improbable que algo así haya sucedido. De hecho, no existe ningun registro donde se afirme, no solo en el sentido de alguna encarnación de Chamuel, sino alguna encarnación de cualquiera de los otros seis arcángeles.

Por otro lado, lo que sí sucede es que algunos arcángeles pueden fractalizarse para enviar emanaciones de sí, esto cuando desean vivir una experiencia en la materia. Esto sí ha sucedido, y a lo largo de la historia personas notables han ayudado, guiado e iluminado al mundo, como fractales, como ínfimos de su respectivo arcángel que ha enviado sus emanaciones para ayudar, guiar e iluminar a la humanidad.

Es posible que tanto Pablo el Veneciano como la maestra Lady Rowena, en tanto que han sido directores del rayo rosa, puedan ser una de dichas emanaciones. Si ello es así, entonces las diferentes encarnaciones atribuidas a Lady Rowena también lo serían, entre ellas Juana de Arco, María Stuart, María Antonieta reina de Francia, Bernardette Sourbirous, y al parecer, también la Madre Teresa de Calcuta (que podría haber sido la última encarnación de la Maestra Lady Roewna).