Cómo eliminar un defecto

Cómo eliminar un defecto


El objetivo último de la existencia es expandir la conciencia, y se expande porque cada situación de la vida nos genera una determinada lección, un determinado tipo de aprendizaje, unas determinadas comprensiones.

Sin embargo, todo aprendizaje tiene un costo y la vida no suele ser fácil y, de hecho, implica sufrimiento. Pero ¿qué nos hace sufrir? La causa del sufrimiento no es otras que el deseo, que en últimas es apego-adherencia. Todo tipo de apego-ahderencia nos hará sufrir irremediablemente porque eventualmente las cosas no sucederán como las queremos, como deseamos.

Es así también que determinadas configuraciones psicológicas (la ira, por ejemplo), y que suelen denominarse defectos, nos hacen sufrir. Pero un defecto es un deseo, un deseo que es un apego-adherencia. Por ejemplo, si tengo ira, estoy adherido a esa sensación. Y eventualmente me hará sufrir, me generará diferentes tipos de enfermedades, agotará mi energía, me hará pasar un mal rato y, si la cosas van de mal en peor, me creará conflictos con los demás, conflictos que pueden ir desde una enemistad hasta causar la muerte de la otra persona o la propia.

Todo defecto causa dolor y sufrimiento, todo deseo, todo apego-adherencia. Así que el punto es ¿deseo eliminar el sufrimiento? ¿Deseo parar de sufrir? Si la respuesta es sí, entonces puede que lo siguiente te resulte de interés.

La eliminación de los defectos

Eliminación espontánea

Previamente he dicho que el objetivo último de la existencia es expandir la conciencia, y se expande porque cada situación de la vida nos genera una determinada lección, un determinado tipo de aprendizaje, unas determinadas comprensiones. Y ello sucede en forma natural con el sólo hecho de vivir porque con el sólo hecho de vivir, y puesto que suceden muchas cosas mientras vivimos, cosas que tocan nuestra fibra, y puesto que luego de ello inevitablemente se genera determinado tipo de aprendizaje y determinadas comprensiones, es también inevitable que en ese proceso eliminemos también algún tipo de defectos. ¿Por qué? Porque la eliminación de un defecto consiste, en últimas, en una comprensión que se ha hecho carne y sangre dentro de nosotros.

Por ejemplo, ya no insulto a las personas que considero que están por debajo de mi nivel. Entonces es que quizás ya viví lo que es estar por «debajo» del nivel de otras personas y sé lo que se siente ser humillado, maltratado, menospreciado, etc. Entonces hay un aprendizaje hecho carne y sangre dentro de mi.

Sin embargo, esta eliminación de los defectos, llamémosle «espontánea» es muy lenta y nos llevará por un camino de millones de años para que podamos llegar a un nivel óptimo de expansión de conciencia y de mejoramiento radical como individuo y, por consiguiente, me llegará por un camino de millones de años de sufrimiento. Y supongo que si estás aquí es porque quieres hacer algo adicional, poner manos a la obra para acelerar el proceso, y no dejarlo sólo a la deriva de la naturaleza.

Eliminación voluntaria

Esto es un trabajo superior y evidencia que realmente estás comprometido contigo mismo, contigo misma, con tu mejoramiento como persona y que deseas eliminar el sufrimiento porque comprendes que es nocivo y no lo quieres para tu vida. Pero para ello tendrás que trabajar, trabajar intensamente en ti. Y para ello necesitarás de varios pasos, a saber:

1. Observación

Para ello es necesario observar lo que haces en tu vida diaria, observar no sólo el exterio, sino el interior, observar tus pensamientos, tus emociones, tus deseos, tus instintos, tus movimientos, observarlos de momento en momento, observar sin enjuiciar y sin excusar. Al hacerlo, descubrimos nuestros patrones definidos de conducta y los detalles de cada uno de ellos, nuestros defectos, nuestros deseos, nuestros temores, nuestras iras, nuestras lujurias, etc. Entonces la observación es capital porque nos permite concocer y, en este caso puntual, conocernos a nosotros mismos, descubrirnos a nosotros mismos, descubrir detalles de nosotros mismos y que ni remotamente sospechamos que tenemos.

Esa observación nos llevará un paso más allá porque entonces deberemos ver cómo actúan, dónde actúan, porqué, cada cuanto, qué reacción se provoca en mí. Observar es el principio de la comprensión. A medida que observemos iremos comprendiendo cada vez más, pero no en sentido de justificarlos o evadirlos, sino en el sentido de dar cuenta de su naturaleza íntima, de la razón de su existir. Por ejemplo, una ira podría sólo manifestarse a nivel instintivo, o podría ser una ira emocional, o podría ser a nivel intelectual (en cuyo caso estaría pensando en cómo deshollo a la otra persona), o podría esa ira estar en mi centro motor; entonces cojo una pidra y se la lanzo, o levanto una ceja.

2. Comprensión

Supongamos que llegamos a un pueblo con tradiciones completamente diferentes a aquellas en las que nos hemos formado y que nadie nos dice nada acerca de la dinámica que allí se desarrolla. Sin embargo, vamos a pasar una temporada observando, sólo observando. El resultado de ello es que al comienzo no entenderemos mucho de lo que allí suceda, pero a medida que pase el tiempo, a medida que hayamos observado, comprendermos cada vez más cosas al punto que sabremos por qué salió el señor de la esquina a las 5 de la tarde, inclusive podremos saber para donde va y lo que sucederá en su casas. Ese es el poder de la observación. Y ese que la observación nos lleva a la comprensión.

Y en lo que respecta a nuestro trabajo interior, a medida que observamos comprendemos; comprendemos cada cuanto se manifiesta un defecto, cómo, por qué y para qué, qué busca. Y sólo busca satisfacer su deseo, y siempre es insasiable, y siempre está inconforme, y siempre quiere más. Pero esa comprensión se potencia si dedicamos, por ejemplo, algún momento del día para meditar en todo ello, para buscar comprender con el corazón. Es un trabajo sin fin porque una vez que alcancemos las cumbres más altas de la comprensión sobre algo, descubriremos que hay detalles más sutiles, y así sucesivamente pues la expansión de la conciencia sólo termina cuando nos disolvemos en nuestro origen.

3. Fuego

En esa comprensión el defecto se disuelve, se elimina. Sin embargo, a veces será necesario dar un pequeño empujón, o gran empujón, para que el defecto que deseamos eliminar se reduzca a cenizas. Y consiste en ello precisamente, en imaginar que un enorme fuego dentro de nosotros los reduce a cenizas (hay poder en la imaginación).

Algunas personas suelen ver potenciada esa imaginación en la pronunciación de la sílaba OM, que en sánscrito significa «Ello», «Lo divino», «Dios», «el Todo», «El universo», «la totalidad», «mente-liberación», o de la letra S en forma alargada, como un silbido. Entonces, el proceso es el siguiente: durante el proceso de meditación surgen diferentes comprensiones, acto seguido, se pronuncia la sílaba OM, o la letra S (mental o verbalmente) y para potenciar el efecto, se imagina que un fuego abrazador dentro de nosotros mismos, consume el defecto que hemos descubierto y que queremos eliminar (a veces incluso sabremos en qué altura de nuestra columna vertebral se está manifestando, lo que se encuentra relacionado con los chakras, o vórtices energéticos). Hay quienes aducen que quien realmente elimina es la «mater dei», «la energía generadora de todo», y quizás lo sea, tiene sentido que la generadora de todo pueda ser también la aniquiladora de todo, y de ahí también la importancia de su conservación.

Pero volviendo al tema en cuestión, este proceso se deberá repetir durante varias veces en ese instante hasta que sintamos que ha sido eliminado. Sin embargo, el que sintamos que ha sido eliminado no significa que haya sido eliminado en forma absoluta de nuestro ser. Lo que sucede es que ha sido parcialmente eliminado, pero en lo consecutivo deberemos seguir trabajando con ese defecto a medida que se manifieste y/o realicemos nuestras comprensiones.

Y a veces sucede que pensamos que ya hemos eliminado un defecto en forma absoluta, pero en el tiempo vuelve a surgir, ya mediante otra situación, de otra forma, etc. La eliminación de los defectos, en últimas, es todo un arte, y todo artista requiere de tiempo para perfeccionar su técnica y culimar la obra.

Pero en últimas, si no desistimos, eventualmente lograremos haber avanzado donde casi nadie lo hace, nos habremos convertido en la mejor versión de nosotros mismos y, a la vez que habremos eliminado el defecto, del deseo y el apego-adherencia de nosotros mismos, habremos eliminado también la causa del sufrimiento y, por extensión, habremos eliminado el sufrimiento, o una buena parte de él, de nuestras vidas y seremos más plenos, más dichosos, con más risa, con más serenidad, con más comprensión, con más felicidad en nuestra vida.

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