El cielo no tiene todo bajo control

El cielo no tiene todo bajo control


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El cielo no es un controlador, el cielo no es un tirano, el cielo no es un esclavista que obligue a alguien a realizar determinada acción, y esa es la razón fundamental por la que el cielo no tiene todo bajo control, porque hay un respeto al libre albedrío de las personas, o mejor, un respeto al libre albedrío de las conciencias, de las almas.

Pero esto tiene unas implicaciones más profundas. Por una parte, es verdad, el cielo no es todopoderoso; es decir, no es que el cielo no pueda obrar prodigios, milagros, revertir situaciones que a veces se consideran imposibles, no; sino que el cielo no puede tampoco obrar más allá de ciertos límites, hay leyes que no puede transgredir, situaciones que no puede evitar, libertades de conciencia que no puede violentar.

Y son justamente esas libertades de las almas que, cuando están en la Tierra con cuerpo humano, son inviolables, son sus decisiones y su proceso de aprendizaje. Y eso hace que unos sean los planes, y otros los resultados. Por ejemplo, cuando se va a construir una casa o un conjunto de casas, se reúnen los directivos y contemplan el escenario, compran el terreno y reúnen a un equipo de arquitectos, de ingenieros, y demás especialistas, y con ellos planean la construcción de ese pequeño universo donde vivirá un grupo de personas. Hacen sus cálculos, hacen sus planos, contemplan condiciones del terreno, contemplan la evolución de la construcción a lo largo del tiempo, fechas, nómina, tesorería, dotaciones, materiales, y tienen un estimado acerca del momento en que estará a tiempo cada actividad. Todo eso lo contemplan, todo eso está en los planes.

Y así suceden las cosas, y se inicia la construcción de la obra, y todo marcha bajo los planes, pero hay algo que ellos no pueden calcular. Y es que un día el electricista llevó a su esposa a la obra, y el plomero se prendó de ella, y ella de él. Y viven un romance hasta que el electricista los descubre, y decide asesinar al plomero dentro de la obra, no sin antes cortar la tubería de las aguas de forma que fuera imperceptible en puntos estratégicos. La obra se cierra, ahora entran en investigación. Y entonces, unos son los planes y otros los resultados.

Pero esto no es todo, el maestro estructurero vio una posibilidad de ahorrar un enorme dinero cambiando las calidades de los materiales, retirando, en tanto que podía, los materiales óptimos y cambiándolos por materiales de pésima calidad. Y aunque la obra logra terminarse, no se hace en los tiempos previstos, y luego surgen problemas con el suministro de agua que acarrea múltiples problemas dentro de ese pequeño universo, y tiempo más tarde colapsan parcialmente algunas viviendas. ¿Cómo podría calcularse ese tipo de cosas? ¿Acaso un arquiteco y un ingeniero calculan y diseñan sus obras para que colapsen?

Pues similar sucede con los constructores de los universos. Una cosa es diseñar un universo perfecto en la antimateria, y otra plasmarlo en la materia. Siempre suceden imprevistos que no se pueden calcular, y a los que el cielo debe ir saliendo al paso. Siempre hay cosas que se sustraen a su capacidad de alcance debido a la libertad de las almas.

Tú mismo, tú misma no sabes que harás mañana, no sólo en función de tu misma libertad, sino en función de las situaciones de la vida. No te confundas, el cielo no tiene todo bajo control, y eso no le quita que tiene un plan divino, y eso no le quita que es un conjunto de seres de amor, y eso no le quita que su máximo plan se cumple a cada instante: experimentar todas las posibilidades de expresión. Y eso se traduce en que, a la vez, todo está bajo control, y sólo ocurren pequeños desbalances que luego son compensados.

Pero, ¿a qué nos lleva todo esto? A que si ahora mismo bajara un ángel del cielo y te mostrara lo que va a suceder con determinada situación, inclusive si tú no tuvieras ninguna duda en absoluto de la originalidad de ese hecho, debes saber que eso que te dice puede que no suceda. La razón: la libertad inviolable de las almas. Todo puede cambiar en algún momento, y no hay aberración en ello, simplemente es la dinámica de la vida.

Y eso no significa que, si el cielo lo dice, su posibilidad no sea alta, lo es, y sólo se altera mediante alguna situación extraordinaria o tu propia elección de vida, o la de un colectivo. Y eso no significa ni hace menos cierto que no hay día en el que existas sobre la tierra sin que el cielo lo sepa, ni que cada día de tu existencia muchos seres divinos velan por ti para que sea más dulce, o al menos, menos difícil, no sólo en la medida de sus propias limitaciones, sino también en la medida del plan de vida que elegiste vivir para tu propia evolución, para la propia expansión de tu conciencia.

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