En la vida suceden cosas muy difíciles, muy dolorosas, situaciones en las que uno fácilmente podría cuestionar la forma en que la vida ha puesto las cosas, la forma en la que han derivado los acontecimientos, los giros que ha tomado todo. Y entonces justo ahí uno preguntaría ¿cómo así que todo como suecede está bien? Pero así es, todo como sucede está bien. Y no sólo está bien, sino que es maravilloso.
Por ejemplo, si alguien nace, ¡qué maravilla! Y si alguien muere, ¡qué maravilla! Si alguien sonríe, ¡qué maravilla! Y si alguien llora, ¡qué maravilla! Así está bien, la vida está bien, tu vida está bien. Si ries, está bien; y si lloras, está bien. Si logras ganar un amigo, está bien; y si pierdes un amigo, está bien. Si la persona que amas da la vida por ti, está bien; y si te traiciona, está bien. Si te coronan rey, está bien; y si te vas de mendigo, está bien. Todo, absolutamente todo, tal como sucede está bien.
Y la razón de ello es muy sencilla: uno viene a la vida a vivir una serie de experiencias, no buenas, no malas, sólo así: experiencias. Y sólo en base de esas experiencias se construye nuestro aprendizaje y nuestra madurez.
Y es que al fin de cuentas, de la vida sólo nos llevaremos una cosa: aprendizaje. Pero ese aprendizaje no es posible sin las experiencias. Unos vienen a vivir la experiencia de lo que se siente una determinada situación, y otros a vivir la experiencia de otra determinada situación, y así sucesivamente. Y no hay aberración en ello, sólo es como es, y como debe ser. ¿Y sientes que tu vida o determinada situación no es fácil? ¡Felicidades! Tu mismo, tu misma lo has elegido así antes de nacer, como alma. Y lo has decidido así o lo has aceptado porque querias probarte a ti mismo, a ti misma…
Y si bien es verdad que a veces las cosas parecen salirse de la manera en que debe ser, la vida tarde que temprano volverá a reajustarse, a reajustar las cosas, de modo que todo vuelva a su cauce y a marchar como debe ser… al fin de cuentas hay más tiempo y más vidas para aprender, para enmendar, para retomar. No, no es sólo el aprendizaje de este efímero instante…
Lo que sucede es que nuestra mente está sometida bajo la dualidad, y tendemos a clasificar todo, a decir: esto es bueno, esto es malo. Es como si no tuviéramos una mente integral, sino dividida. La vida y la muerte no son dos fenómenos separados, son uno solo: la vida y la vida entre vidas. La inspiración y la expiración no son dos fenómenos separados, son uno: respiración. Alto y bajo, largo y corto no son dos fenómenos separados, son uno: longitud. Blanco y negro no son dos fenómenos separados, son uno: color. La Nada y el Todo no son dos fenómenos separados: son «esto», fluir, totalidad. Así, desde la perspectiva de la conciencia, más que haber situaciones malas o buenas, hay algo más: aprendizaje, experiencias. Y ello es totalidad.
La vida sólo busca experimentarse a sí misma en forma plena y total. Y no puede experimentarse en forma plena y total si sólo lo hace en forma parcial. Por ejemplo, si sólo experimenta la risa; ello sólo sería una experimentación parcial. Si la vida no se experimenta a sí misma en su más absoluta plenitud no podría tampoco vivir la experiencia de la plenitud. Así, esto no significa que el llanto y la risa sean una constante perpetua, sino que, sólo experimentando en plenitud la vida (lo que implica el llanto y la risa, lo que uno llama bueno y lo que uno llama malo) puede avanzarse al estadio último de plenitud. Si logras verlo de este modo el conflicto interno cesa porque entonces eres consciente de que todo es bueno porque todo es aprendizaje.
Cada cosa como sucede está bien porque es la experiencia que la vida nos brinda para nuestro aprendizaje y, aunque en el momento no lo comprendamos, aunque de momento reneguemos, aunque de momento lloremos y maldigamos nuestra situación, luego, con el tiempo, seremos conscientes de ello y estaremos agradecidos con la vida, con el hecho de que la vida nos permitiera vivir ello porque era justo al aprendizaje que necesitábamos… incluso si esa comprensión llega luego de que abandonemos nuestro cuerpo físico.
En la vida las cosas no siempre suceden como uno quiere. De hecho, la vida no está para hacer las cosas exactamente como las queremos, sino para fluir. Y en ese fluir avanzamos con ella, y en ese fluir nos experimentamos con ella porque no somos ajenos a ella, somos la vida experimentándose a sí misma en su más abstoluta extensión y totalidad.