Todo, absolutamente todo lo que has vivido ha sido para propiciar en ti un proceso de comprensión para que en algún momento puedas decir: no solo lo acepto, no solo lo perdono, sino que esencialmente lo agradezco. Sin cada risa, sin cada lágrima, sin cada caída, sin cada levantada, sin cada vivencia, no sería lo que soy ahora. El universo siempre trabaja a nuestro favor.
Por supuesto, hay momentos muy difíciles en la vida en los cuales uno cuestiona que esto pueda ser verdad. ¿Cómo puede el universo trabajar a mi favor si he perdido a mi familiar querido? ¿O si he perdido mi trabajo? ¿O si estoy pasando por una enfermedad dolorosa? ¿O si está pasando por ello algún ser muy querido? ¿O si las deudas me asfixian y estoy pasando necesidades?
Y hasta uno puede cuestionarse, si así trabaja a mi favor, ¿cómo será cuando no trabaje a mi favor? Hay situaciones muy angustiantes en las que uno prefiere inclusive mentarles la madrecita al cielo y todo su combo y desearles que se pudran, y decirles: «pues bajen acá y vívanlo». Pero ellos eventualmente ya lo han vivido, y sólo pueden emanar amor, ese amor que emanan hacia ti es la más viva muestra de que entienden tu situación, de que están a tu favor, de que ellos también quisiera que todo cambiara, pero ¡es que ha sido tu elección! Tu mismo, tu misma lo elegiste en tu proceso de aprendizaje, para la expansión de tu conciencia.
Entonces uno puede decir: me rindo, ya no quiero expandir mi conciencia, al diablo con todo ello. Pero no por ello la situación cambiará, porque tu conciencia sigue eligiéndolo, no tu mente angustiada, no tu persona humana, tu conciencia. Hay una expresión muy budista que dice:
Las cosas son lo que son. Nuestra resistencia a las cosas son la principal causa de nuestro sufrimiento. Esto sucede cuando nos resistimos a ver las cosas tal y como son. Si no puedes hacer nada, relájate, no luches contra la corriente, acéptalo o, de lo contrario, serás consumido por el sufrimiento.
Eso no significa no luchar en absoluto, claro que hay que luchar, pero hay un momento en que nuestra lucha ya no conducirá a ningún lado y solo nos dejará fatiga y frustración. Entonces, en ese momento, solo queda aceptarlo y dejar fluir.
Aceptar una situación determinada es el gran paso, un paso de gigantes, un paso que implica un salto cualitativo de enormes proporciones en lo que concierne a la comprensión y expansión de nuestra conciencia. Es el gran paso. Aun así, un paso más, luego de la aceptación, es el perdón. Tú puedes aceptar a regañadientes algo, y aun así, sentir un escozor por dentro, una impaciencia, un «algo» que no te deja estar en paz por completo; pero cuando logras el perdón, entonces el objetivo se ha cumplido.
Y no tiene que suceder con grandes cosas. La vida no se trata de las grandes cosas, sino de la suma de las pequeñas cosas. Si llegas a ese punto, con ese solo hecho, ya habrá valido la pena haber vivido determinada circunstancia. Y en un una fase posterior, cuando te haces conciencia que esa situación te ha hecho fuerte, o te ha permitido reconducir tu vida, o te ha indicado el sendero por el cual debias ir, o te ha apartado por el cual no debías ir, o te ha permitido perdonar, crecer, etc., etc., entonces lo agradeces.
Todo, absolutamente todo lo que has vivido ha sido para propiciar en ti un proceso de comprensión para que en algún momento puedas decir: no solo lo acepto, no solo lo perdono, sino que esencialmente lo agradezco.
J. Lallemant
El universo siempre trabaja a nuestro favor, pero eso no significa que el universo pueda complacer cada cosa que queremos. Hay cosas que deben suceder porque es un aprendizaje que debemos realizar, o porque así lo elegimos para la expansión de nuestra conciencia. El universo, el permitirlo y propiciar que sucedan determinados eventos, solo se está alineando a ese propósito y, por tanto, está trabajando a nuestro favor.
Es curioso, pero no todas las situaciones felices o cómodas nos hacen crecer o son para nuestro favor. Muchas veces eso produce un estancamiento en nuestras vidas, en los más diversos sentidos. Eso no significa que debamos sufrir, si justamente cada lección de vida, cada aprendizaje de vida, sucede para que comprendamos la naturaleza profunda de ello, y dejemos de sufrir, que soltemos y fluyamos con la vida. Nadie saldrá vivo de ella. Eventualmente, todos nos iremos, y solo nos llevaremos el aprendizaje que hayamos logrado realizar, la comprensión y la expansión de nuestra conciencia.